La descubrimos en modo vacaciones en las sierras cordobesas, disfrutando del placer del descanso, los hijos y la pareja.
Pasando una enorme tranquera, en dirección a las
sierras, está la casa de Paula Chaves en Villa Carlos Paz. Por dentro,
hay mucho espacio, entra una luz clarísima y casi todo, incluso el piso,
es blanco. Sin embargo, no se puede decir que este sea un hogar
impecable. Es algo mejor que eso: es alegre. Hay manchas de colores por
acá y por allá: son los juguetes desparramados de Olivia y Baltazar, sus
hijos. Ellos se mueven con completa libertad mientras reciben con un
entusiasmo descomunal la visita al jardín de un lagarto overo que viene a
pedirles los pedacitos de frutas que ya no comen. Este es el refugio
vacacional de Paula, que vino a acompañar a su marido, Pedro Alfonso, a
hacer la temporada teatral. En pocas semanas, dejará este paraíso
serrano para irse a Praga con el más chiquito del clan. Allí se
encontrará con otras de las embajadoras de Garnier Nutrisse, la marca de
tinturas para el pelo que la eligió como embajadora el año pasado.
Todavía
sigue siendo un misterio qué hará cuando vuelva. Pero lo único cierto
es que este descanso seguramente sea la plataforma necesaria para
repensar su rumbo laboral de este 2018.- Este promete ser un año de cambios para vos. Hay quienes leen tu salida de la pantalla del Trece como una búsqueda de peso propio...
- Lo sé, pero yo nunca lo viví así. Las razones son mucho más simples. Tengo ganas de estar más tiempo con mis hijos, que son chiquitos y me necesitan. Hacer un programa diario es un desgaste total. Además, yo tenía una hora y media de ida y de vuelta para ir a grabar, y perder ese tiempo para estar con ellos me pesaba mucho. Entiendo, por supuesto, que es la realidad de muchas mujeres, pero, teniendo la posibilidad de elegir, yo prefiero armarme otra rutina.
- ¿No tiene que ver, entonces, con una ambición personal?
- No. Desde donde estaba crecí mucho, y creo que podría haber seguido creciendo más. Agradezco todas las posibilidades que me dieron. Son muchas las chicas que pasan por el "Bailando", muchísimas las que pasaron por Ideas del Sur, y que me hayan elegido a través de los años es algo importante para mí.
- ¿Por qué pensás que te eligieron a vos?
- No lo sé. Siento que todo fue muy mágico. Lo que pasó con Pedro, que nos hayamos enamorado ahí, que hayamos tenido hijos, que me hayan dado estas oportunidades. Creo en la magia de lo que tiene que pasar. Siento que alguien lo venía digitando desde arriba. Yo siempre le digo a Pedro que seguramente fue su mamá, que falleció algunos meses antes de que nos conociéramos. Pienso eso porque parece una historia dirigida por alguien, más allá de lo televisivo. Es cierto que se hacían programas enteros alrededor de nuestra historia y el rating era una locura, pero al final, cuando veo todas las repercusiones que esto tuvo en mi vida personal, en mí como mujer, me doy cuenta de que "lo televisivo" fue lo de menos.
- ¿Sos una persona religiosa?
- Mi papá es judío, mi mamá es católica y yo me bauticé a los 30 años con Olivia. Mis dos hijos están bautizados.
- ¿Decidiste que fueran católicos?
- Yo nunca fui a la iglesia ni tomé la comunión ni nada de eso, así que no sé si puedo decir que los hice católicos. Lo que sí quería era sentir que tenían una protección especial.
- No sos religiosa y tampoco meditás ni creés en la astrología...
- No, no. Tal vez en algún momento me incline por algo así, pero por ahora no. Tengo los pies muy puestos sobre la tierra, soy muy, pero muy racional, soy medida, así que suelo buscar fuerzas en mi familia, mis amigos, ellos son los que me contienen. Son mi ancla en este ambiente que es tan irreal...
- Pero tenés un montón de amigas del ambiente...
- Es cierto. Es que siempre se puede rescatar gente real. Una primero tiene los amigos que le eligen sus padres; después, los que le tocan en el colegio, y en esta tercera etapa de la vida, los que elige de cero. Con mis amigas nos une la maternidad, la pareja, lo cotidiano, lo real...
- Hay muchas fantasías alrededor de un grupo de amigas como el tuyo, en el que están Zaira Nara, la China Suárez, Gimena Accardi, Gegé Neumann. Ahora están todas en pareja, pero... ¿antes se mandaban mensajes del estilo "este no me llamó", "no me da bola", "¿y con esto qué me quiso decir"?
- Obvio, olvidate. Nos hemos juntado a despotricar o a llorar como todas las amigas mil veces. Nadie zafa de tener los mismos problemas. Además, no importa qué tan bien vayan las cosas, las mujeres somos más de mirar con mucho detalle y encontrar cosas para sufrir. Eso pasa en mi grupo de amigas de Lobos y en mi grupo de amigas del ambiente. Es fija. Igual, ahora hace rato que no me encuentro en la posición de tener que decirle a una amiga: "Basta, cortala con este flaco, no le des más bola". Ahora estamos todas en pareja, no tirás la toalla tan fácil, ¡y algunas están en pareja con "ese" flaco que daba mil vueltas! En el momento, esas cosas se viven con dramatismo, pero, a la distancia, fue una etapa divertida. Una nunca sabe. Igual, yo soy muy buena consejera amorosa, pero muy buena.
- Bueno, después te consultamos un par de cosas, a ver qué opinás...
- ¡Sí! Me encanta dar mi opinión en temas del corazón...
- Tu hermana Delfina es una it girl. Está en todos los eventos, tiene muchos seguidores... ¿Qué consejos le das a ella?
- Un montón, pero en lo laboral, más que nada. Ahora que está más grande se me está rebelando. Yo le insisto mucho con que vaya a ciertos castings, para programas infantiles y juveniles sobre todo, que aproveche que tiene 20 años, pero ella está súper decidida con el tipo de carrera que quiere hacer y va más por el lado dramático, el teatro, las series. Y aunque a mí me parezca que se pierde algunas oportunidades, creo que esa claridad está buenísima.
- Sentimentalmente, ¿sos buena consejera también con vos misma? ¿Tenés eso que llaman inteligencia emocional?
- No sé si soy taaan buena cuando se trata de mí, pero tengo un entorno que me cuida. Nuestra historia de amor es particular también y tuvimos desafíos más atípicos, que otras parejas quizás no transitan. Por ejemplo, al principio, cuando nos peleábamos con Pedro, nos daba miedo decirlo, nos daba miedo que se notara porque había tanta gente poniendo energía y fe en nosotros que podía hacerse un mundo de una pavada. No sabíamos cómo manejarlo porque estábamos de lunes a viernes en dos de los programas con más rating de la tele. Era incareteable, yo necesitaba blanquearlo. Hubo un año, en 2010, que nos separamos y decirlo fue toda una decisión. Casi un duelo nacional. Estuvimos como un año separados. Yo estaba en Punta del Este y él, en una isla de Tigre haciendo un reality show.
- ¿Esa fue la crisis más fuerte que tuvieron?
- Sí. Después del nacimiento de Olivia, las cosas entre nosotros se estabilizaron mucho. Bueno, al menos dentro de lo que es posible para un matrimonio joven con chicos tan chicos.
- Y siendo tan racional como decís..., ¿creés en el amor para toda la vida o sos más precavida?
- Quiero creer. Me casé creyendo y lo sostengo.
- Ante una pelea fuerte, ¿sos team remadora o más del "chau, nos vemos en Disney"?
- Cuando me peleo, por lo general, soy más de revolear las cosas y pegar portazos. Soy la que enseguida pira y larga los "bueno, listo, te vas", a los gritos. Lo loco es que fue Pedro el que me enseñó a construir y a no destruir. Él es el que me para y me dice: "No puede ser que cada pelea sea una separación".
- Ah, sos de llegar a esos extremos...
- Sí. Pero soy una separación de la boca para afuera. Necesito gritarlo, sacar todo, encerrarme en un cuarto con un portazo y que él venga, abra la puerta y me meta un buen beso. Pero bueno, no pueden ser todas las peleas así de intensas ni con tanto dramatismo, menos cuando ya tenés hijos, así que él me enseñó a parar el drama, a no ser tan novelera. Pasa que, para ser sincera, ¡yo amo la novela! De todas formas, hoy hay cosas que cambiaron para la pareja. Ahora que tenemos hijos, no importa qué tan fuerte nos peleemos, si discutimos, dormimos todos en la misma casa, no hay forma de que alguno se vaya a dormir a otro lado. La decisión de ser una familia cambió ciertas reglas y nos obliga a dialogar, a negociar de otra forma. Si hay portazo..., ¡es dentro de la casa!
- ¿Qué tanto estás dispuesta a negociar las reglas clásicas del matrimonio? Muchas mujeres estamos empezando a cuestionarnos si es realmente importante la exclusividad sexual, si es importante sostener la convivencia para toda la vida, si hay otra forma de "ser pareja"...
- Me parece súper interesante lo que está pasando, pero yo sigo siendo más bien clásica. Sigo pensando que la fidelidad es súper importante. Hoy sí. Tal vez en otra etapa de mi vida pueda cambiar de opinión, con mil años de matrimonio encima, andá a saber, pero hoy por hoy ni puedo imaginarme otra cosa. En lo que no soy nada clásica es en los roles, por ejemplo, en lo económico, en lo legal, nosotros compramos nuestra casa mitad y mitad y, en general, todos nuestros gastos siempre fueron divididos, también porque realmente tuvimos esa posibilidad.
- ¿Cómo es criar a una nena y a un varón en una era con otra conciencia del género?
- Para mí es muy simple: ellos pueden ver imágenes de personas del mismo sexo besándose y pueden jugar con los juguetes que quieran. Para mí no hay género a la hora de jugar a cuidar bebés, a la cocinita y a las carreras de autitos. Baltazar es muy chiquito aún, pero los estoy criando hacia ese lado, libres, flexibles. De hecho, noto que Olivia nunca se planteó siquiera si una pareja está compuesta por dos personas del mismo sexo o no, para ella todo es natural, y eso me alegra.
- Al entrar a tantas casas desde la tele, muchas de tus opiniones de lo cotidiano han tenido una repercusión inmensa. Por ejemplo, volviste a poner en tema la cuestión de lo insuficientes que son las licencias por maternidad...
- Sí. Es un tema del que mucho no se habla, pero no hay ninguna mujer trabajadora que no lo sufra. Es espantoso, un horror, tener que dejar a un bebé en una guardería a los tres meses considerando que necesita leche materna y ese contacto permanente al menos hasta los seis. Yo tuve que volver a trabajar al mes y medio de que nació Baltazar, es decir, incluso antes de lo que dice la licencia que lo contempla, y fue una locura. Un día colapsé. Me agarró una manifestación en la 9 de Julio, se me quedó el auto, hacía calor. Me bajé, me metí en una concesionaria con mi bebé y me puse a llorar. Dije: "No voy más". Llamé por teléfono y dije: "Perdón, yo sé que esta no es la forma en que se termina un programa, pero yo no puedo más". Me estaban presionando para volver, era implícito, no me lo decían.
- ¿Y vos sentís que también lo forzaste un poco?
- Lo forcé y me arrepentí. Esa etapa fue una locura. Por un lado, de mucho éxito porque Peter ganó el "Bailando", pero recuerdo la noche del festejo, que yo no podía dormir a Olivia de lo pasada de rosca que estaba y sentía que a Baltazar, que era súper bebito, no le hacía nada bien. No importa qué tanto ames tu trabajo o el éxito que tengas, los tiempos de la maternidad van en paralelo y exigen que te bajes de esa vorágine. El mundo no lo entiende. Pero desde lo legal se ve claro.
- Y qué te pasó a vos con tu tapa de Gente que te mostraba en tacos pasando la aspiradora, que hacía mucho hincapié en esto de "diosa a los seis meses de ser mamá"... ¿No sentís que había cierta contradicción con el discurso de liberar a las mujeres de la presión?
- Ahora que lo pienso, sí, fue contradictorio, pero no fue decisión mía ir por ese lado. La idea era simplemente mostrar mi nuevo color de pelo, que era parte de un acuerdo comercial. Como yo me la pasaba en mi casa, y lo más práctico era hacer la producción en ese contexto, era divertido. Pero es interesante el cuidado que hay que tener con estas cosas, cómo hay que mirar más de cerca contextos que antes no mirábamos. Todos los que trabajamos en medios estamos más atentos que nunca a cómo representamos lo femenino porque la gente te hace notar que hay cosas que cambiaron y, fundamentalmente, porque hoy las mujeres se expresan en las redes, se expresan en todas partes. Y está bien. Estamos aprendiendo todos juntos. Nunca se deja de aprender. .
Nota: Paula Chaves: "Los tiempos de la maternidad exigen que te bajes de la vorágine"
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