En total.
Y sí, estaría bueno (ríe) ... Es que se mecaniza tanto el ensayo ... A mi me divierte agarrar las situaciones y dejarles mucho margen para improvisar y agregar chistes.
¿Tenés espacio para eso todavía?
Absolutamente. Lo hago siempre. En la segunda película que hice para Argentina Sonó Films, me pasaba un mes entero agregando chistes porque los guiones originales decían “Entra Emilio, hace una de las suyas”. ¡Hijos de puta, tenía que laburar más yo que todos los demás en el guión!
En una obra como la que estrenaste este funde ¿Te ocupás más de la dirección que de actuar?
A mi encanta dirigir, pero no me gusta dirigir y laburar porque no te ocupás de vos. Si haces las dos cosas lo que pasa es que te ocupás de los demás y vos estás para el culo, pero nadie te dice nada. Necesitas un director.
En algún momento de tu vida estuviste años en el San Martín.
Cuando salí del Conservatorio fui a la Comedia Nacional Argentina, con Luisa Vehil. Ahí me dirigió Armando Discépolo en Stéfano. Y peor todavía. Estando en el Conservatorio vino Margarita Xirgu, que tenía como noventa pirulos, montó Yerma y nos convocó a los alumnos.
¿Cómo terminaste en esto?
Estuve siete años en el San Martín haciendo todo tipo de dramas, tragedias. Hasta que un día me tocó hacer El discípulo del diablo (de Bernard Shaw) y me puse una peluca rubia a lo Doris Day. Un tarado. Entré al escenario y la gente se empezó a reír, quise meter el primer bocadillo y no pude. Todos los actores se tentaron, se tiró el telón y se suspendió la función porque nadie podía hablar. Un bochorno.
Es cierto que ahí tu hermano, Pepe Parada, te dijo “¿querés seguir haciendo esto o ganar guita?”.
Fue un invento suyo que era representante. Esa risa en el Discípulo del diablo me encantó y a partir de ese momento agarré los mejores sketchs de Tito Cossa, Ricardo Halac, Carlos Somigliana y le di forma a una obra: Rajále a la soledad. Giré por todo el país. Era la época de oro del Café Concert. Después elegí las comedias. Te digo más: estar en un escenario y sentir una risa en la platea para mí es lo mismo que una paja. Es un placer enorme ...
Para los que nacimos en los 80´ de algún modo sos un referente de lacomicidad o la risa de la infancia ¿Tenés en cuenta eso?
No me doy cuenta, ni sé si me valoran. Entiendo que tiene que ver con la generación.
También hubo atrocidades. La escena final de “Bañeros” con el tiburón ...
Un espanto. Es que el cine nacional tiene hitos históricos y yo de algunos he participado. En Humo de marihuana nos enseñaban a fumar porro con Sergio Renán. Teníamos que dar pitadas y parecer epilépticos. Y nosotros lo hacíamos, no teníamos la menor idea. Una ridiculez.
En “Marcianos ...” sos el ex marido de Soledad Silveyra ¿A Solita la cortejaste en la vida real?
Hace poco me sinceré y le conté que, durante un tiempo, cuando me preguntaban con quién tuve a mis hijos les decía “a uno con Solita Silveyra”. Siempre se la creyeron. Es que cuando empecé ella era angelical, volaba. Me encantaba.
¿Ensayan o se miran y ya está?
Nos llevamos bien. Ni se te ocurra improvisar con alguien que no está para eso, porque te quedás de garpe en el escenario. Mi teoría es ésta: un cómico es un tipo gracioso, y un comediante alguien que dice cosas con gracia. El cómico se ata al libreto y no lo saques de ahí porque se queda en blanco. Al comediante le gusta cambiar la letra, buscar nuevos caminos. Es más creativo.
¿Vos que sos?
Un delincuente.
INFORMACIÓN
“Marcianos en la casa” con Peter Alfonso, El Tirri, Emilio Disi, Freddy Villarreal, Gladys Florimonte, Lourdes Sánchez, Candela Ruggeri y Ergün Demir se estrena este finde en Carlos Paz. Es la historia de una empresaria que decide vender unos campos y en la transacción ingresan extraterrestres. Realizará funciones de martes a domingos, a las 22, en el Holiday (Av. 9 de Julio 53). El valor de las entradas: $ 340.
— Valentina Gonzalez (@valengonzalezok) diciembre 26, 2015
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