miércoles, 13 de mayo de 2015

DELFINA CHAVES: “No me van a contratar como actriz por ser linda ni tener a mi hermana en la tele”

Tiene once años menos que Paula, e intereses muy distintos. Modela porque “se dio la oportunidad, pero me torra un poco”. Es actriz por vocación. “Me estoy formando”, confiesa. Hoy se luce y sorprende en La casa del mar, miniserie de DirecTV. Radiografía de una “hermana de” que se perfila como promesa. 
  
Con algo de la desfachatez que aprendió de su hermana, y con la intención de remarcar ciertas palabras para asegurarse que la toman en serio, Delfina Chaves (19) sabe cuándo ponerse seria. Y cuenta una anécdota de la primera noche de sus tres semanas de entrenamiento teatral en Los Angeles, hace dos años. “Eramos treinta chicos sentados en ronda, con dos sillas enfrentadas en el medio. Teníamos la consigna de pasar de a uno, eligiendo a un compañero, para representar un diálogo fuerte que habíamos vivido. Pasó un chico de Palestina y contó que le hablaba a su papá, a quien hacía un año y medio que no veía. `Te extraño. Necesito que termine esta guerra. Tengo miedo´, le decía, y a mí –y a varios– se me caían las lágrimas. Después contó que aquello fue sólo gracias a un permiso especial para estar con él durante seis horas. Metió la mano izquierda en el bolsillo y sacó el permiso sellado. `Siempre lo llevo conmigo´, aseguró, y volvió a la ronda”, cuenta la actriz de Multitalent y muestra cómo se le pone la piel de gallina.
 
–¿Y vos pasaste?
–Sí... y no me acuerdo qué conté. Creo que fue algo del bullying que me hacían cuando era chica... No sé bien... ¡Uf! Era horrible. Al principio la pasaba mal en los colegios nuevos.
INFANCIA RURAL Y APRENDIZAJE. Desde los 13, Delfina vive en La Lucila, zona norte del Conurbano, con su papá Miguel. ¿Antes? “Nací acá. Vivía en Olivos. Cuando estaba en primer grado, nos agarró la crisis del 2001. Papá estaba en el negocio textil y caímos en bancarrota, maaaal. Nos fuimos a vivir a una casa prestada en Lobos, la ciudad de mi mamá, Alejandra. Mis papás se esforzaron mucho... Hoy agradezco haber pasado por eso. Aprendí. Después de dos años allá, nos volvimos a zona Norte y fui a una escuela pública. Ellos se separaron y yo me quedé viviendo con mi viejo. Cuando él ya estaba recuperado económicamente, decidieron mandarme a un colegio bilingüe, el San Gregorio, para que hiciera la secundaria”, detalla Delfi, la menor después de Gonzalo (26) y Paula (30). Y cambia de tema: “Mido un metro setenta. No tengo la condición física de mi hermana. Pero se me dio la posibilidad y desde los 14 años hago fotos como modelo. Aunque ahora me torra un poco”. Le aburre, tal vez, porque su carrera está tomando un rumbo distinto al de Paula. El lunes 4 se estrenó La casa del mar, miniserie de drama y suspenso de DirecTV, que protagoniza junto a Darío Grandinetti, Gloria Carrá y Juan Gil Navarro.
 

–¿Qué sentiste cuando te viste en pantalla?
–No lo podía creer. Aparecían esos actorazos y yo pensaba: “¡Uy! ¡Ahora vengo yo!’. Una gran alegría... Porque son más los castings en los que no quedás, que los que sí. Para La casa del mar fue rápido. Di la prueba y me llamaron a los cuatro días. Hice una escena con Juan Gil Navarro y ¡quedé!
–Contame de tu formación actoral.
–Estudio teatro desde los 12. Empecé en el San Gregorio, con mi mentor, Mariano Caligaris, tomando clases extracurriculares. Al principio, en los plays, era el “árbol 4”, pero un día, cuando tenía 15, tuve la chance de ser la Julieta de Shakespeare. Es importante que te estimulen desde chico. Mamá me llevaba a danza, a piano... En el último año de colegio, durante cuatro meses hice gira nacional con Viaje de locura, la comedia que hacía Pedro, mi cuñado... ¡Escuchame lo que hacía!
Iba al colegio de lunes a viernes de 8 a 17. Me tomaba el tren para ir al teatro a ensayar. Después del estreno, lo mismo: iba los viernes a Aeroparque y salía en el avión para Salta, Tucumán, Jujuy o donde estuviéramos. El lunes, a las 8, de vuelta al colegio. ¡Y no me llevaba materias! Valoro la educación que mis papás me pudieron dar. Después, ese invierno, vino la experiencia en Los Angeles.
Con dos amigas, Oriana Sabatini y Valentina Zenere, me anoté en la New York Film Academy, que tiene una sede en California. Durante tres semanas viví en un campus, rodeada de chicos de todas partes del mundo que estudiaban teatro. Cursaba de 9 de la mañana a 4 de la tarde. ¡Fue impresionante! Ahí supe que quería dedicarme de lleno a esto.
–¿Me definís “esto”?
–Ser actriz. Por eso el año pasado, después de haber terminado el colegio, me anoté en CIC para estudiar teatro. Pero de un día para el otro quedé en la obra Criatura emocional, y no me dio el tiempo. Hoy tomo clases de actuación, guitarra, inglés, baile y canto. En un año o dos, cuando esté más formada, me gustaría ir a hacer seminarios en Nueva York. Estoy ahorrando. Sé que extrañaría... Sobre todo a Olivia, mi sobrina. Pero hay que salir de la zona de confort. Creo que me lo debo.
 
–¿Cuánto te apoyás en Paula para tomar decisiones?
–Ella fue siempre una gran guía. La veo casi todos los días. ¡Aunque en realidad, es porque voy a visitar a Olivia! Mi hermana me lleva once años: es como una mamá. Ahora que soy más grande, no la consulto tanto. Mi papá me ayuda a decidir. Además, el año pasado empecé la psicóloga.
–¿Qué sentís frente al concepto de que llegaste porque sos la hermana de Paula y no una actriz que viene del under?
–La mejor forma de combatir el prejuicio es demostrando lo contrario. Si una señora me encara con algo así, le contesto: `Señora, acá está La casa del mar. Mírela. Y después me dice´. Ser modelo, ser linda y tener a mi hermana en la tele puede facilitarme las cosas, pero no me van a contratar por eso. No voy detrás de la fama. Mi satisfacción pasa por hacer buenos productos. No lo hago por la plata. De hecho, no me pagan demasiado por actuar. Hago de modelo para bancarme las clases de actuación.
 
NOTA: gente.com.ar

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