domingo, 28 de junio de 2015

“No me quiero confundir con todo esto de la fama”

Productor y actor. Lejos de Tinelli y asentado en su nueva faceta, sigue dando pasos en la actuación con Esperanza mía y en pocos días estrena la segunda parte de Socios por accidente. Dice que regresaría al "Bailando" y que quiere volver a ser padre.  
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PAULA BISTAGNINO
Especial

La vida de Pedro Alfonso dio un giro radical en menos de cinco años: de ser productor y vivir en José Mármol, provincia de Buenos Aires, yendo al almacén como cualquier otro vecino, pasó a bailar en Showmatch, actuar en cine, teatro y televisión, casarse con la bella modelo Paula Chaves, ser padre y ocupar la tapa de las revistas. 
A los 35 años, dice que encontró la tranquilidad en su vida y que va paso a paso, consciente de que nada tiene garantía eterna y de que debe trabajar y aprender mucho aún. A punto de estrenar Socios por accidente 2, que vuelve a protagonizar con José María Listorti, habla de cómo vive la intensidad que cobró su vida de manera repentina y, asegura, sin haberlo buscado. “Fue una especie de salto a un mundo nuevo. Pasaron demasiadas cosas demasiado rápido. Pero lo vivo con tranquilidad, porque no me quiero confundir con todo esto de la fama. Trato de que no me afecte la vida, porque soy un tipo al que le gusta bastante andar relajado. Así que si bien lo disfruto mucho, no soy de los que dicen ‘guauuuu, pero qué groso todo lo que hice’. Más bien soy agradecido y consciente de que uno se va haciendo en el camino. Que no hay nada definitivo. Así que no me vuelvo loco ni me creo nada”.
–Como productor, habrás visto subir y caer a varios...
¡Claro! Me cansé de ver a los que salen dos veces en Showmatch, les hacen tres notas y creen que son Robert de Niro y que llegaron a Hollywood. De repente, se ponen en divos. Y los vi caer tan rápido como llegaron. 
–¿Es fácil confundirse con la fama?
Sí, es fácil. Pero si más o menos tenés una mirada respetuosa de las cosas y cierta noción de cómo funciona todo esto, o ciertos valores, qué sé yo. A mí no me parece tan fácil. Pero por suerte a mí me vino en el momento justo, porque estaba en un proceso de maduración… Antes era un desastre, un barrilete total, pero ya pasó.
–¿Tuviste que controlarte?
Y sí, me ayudó mucho en empezar a cuidarme.
–¿Es el cuidado de saber que, de alguna manera, entraste por una ventana? Hay gente que se forma toda la vida para tener una oportunidad…
No, bueno. Yo había estudiado dos años de actuación y mis profesores me decían que fuera a castings y demás. Y yo no quería. Esto empezó como un juego en el piso, participando cuando faltaba alguien para un sketch… La verdad es que me divertía, pero no imaginaba que iba a terminar con todos estos proyectos. Ni tampoco pensaba que me iba a gustar tanto como me está gustando. Porque, ojo, que también es muy agotador: vengo de cuatro años de teatro, ahora tele… 
–Ser productor es una tarea bastante desgastante.
Sí, claro. Estoy acostumbrado a tener un ritmo de trabajo muy intenso. A veces la gente cree que los que estamos en la tele no trabajamos mucho. Pero esto es de una demanda sin horarios ni feriados y además se pone el cuerpo. Yo para estar en el "Bailando" entrenaba el doble, porque si no iba a hacer papelones, y porque me gusta hacer las cosas bien. Y terminé recontra lesionado, con problemas en la rodilla…
–¿Lloraste de verdad por perder la semifinal? 
Sí. Cómo no voy a llorar, si me costó sangre, sudor y lágrimas llegar… Y me imaginaba que iba a llegar a la final. Estaba desconsolado. Pero, además, soy bastante llorón en general. Y no me da ninguna vergüenza. Mi viejo lloraba viendo la final de una carrera de TC, cuando veía a los ganadores abrazarse. Así que crecí sintiendo que el llanto es una expresión muy natural y no tiene nada de malo. 
–A veces parece que todo en la tele es una gran puesta en escena, un juego…
No, para mí no. Yo no sé quién puede hacer un juego de algo en lo que uno deja tanto. Yo no soy así. A mí no me sale. Yo me peleé en serio con (Marcelo) Polino y lloré en serio cuando me eliminaron. Y de esas dos cosas, me avergüenzo de pelearme así en cámara. Me quiero morir cuando me veo haciendo eso y me parece un papelón. Pero no me avergüenzo nada de llorar como lloré. No me guardo nada en la alegría ni en el llanto
–¿Extrañás el anonimato?
En un punto no tengo una vida tan diferente acá en Buenos Aires. Porque yo me mudé al “centro” en el mismo momento en el que empecé a aparecer en la tele. Entonces todo lo que vivo acá en la calle es normal. Pero allá, en José Mármol, me choca un poco cuando voy a los lugares a los que fui toda mi vida y me reconocen. No me choca, pero es lo que más me afecta acá: ir al chino y que me saluden distinto. 
-Ahora con Esperanza mía  te estás metiendo mucho más en la actuación… ¿Te gustaría ir hacia ahí?
Es algo en lo que me gustaría aprender y crecer. Me divierto y veo como un mundo para explotar muchas cosas mías. En el teatro es donde más cómodo me siento; no te digo canchero, pero sí cómodo. Van cuatro años con temporadas y gira. Estoy explorando y voy viendo. No me enfoco mucho hacia un lugar o una meta. Me va sorprendiendo.
–¿No te da miedo que se acabe tan rápido como empezó?
Yo siempre tengo la mentalidad de que lo peor que me puede pasar es volver a ser productor. Si se van apagando las luces, será eso. Y la verdad es que es algo que disfruto y que amo hacer. Así que no veo nada terrible. No quiero proyectar mucho porque estoy aprendiendo. 
–¿Hubieras conquistado a Paula sin Tinelli en el medio?
Es imposible saber qué hubiese pasado, pero tenemos muchísimo en común y creo que de una manera u otra nos hubiéramos encontrado. 
–¿Van por la gran familia?
En principio, vamos por el hermanito para Olivia. Veremos si es el año que viene.
  
NOTA: lmneuquen.com.ar

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